A pocos metros de la Fuente Baja encontramos este Lavadero reformado, de blanco impoluto, cubierto a dos aguas.
El edificio consta de una sala cuya fachada principal tiene tres puertas con forma de arco de medio punto con rejas. En el lateral dos ventanales por lado y así completar la entrada de luz natural a la estancia. En su interior tres cubas rectangulares, sin pilas al uso, por lo que se reconstruye en el mismo suelo, donde el flujo constante de agua y la acústica del mismo en el recinto cerrado dan la sensación de una corriente de agua como si de un arroyo se tratara.
Data su fecha de construcción en el siglo XIX, y como todos los lavaderos punto clave de la vida cotidiana de nuestros pueblos.